"Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY" Éxodo 3:14
Moisés se levantó, seguramente muy temprano esa mañana, buscó su vara y se preparó para ir a apacentar las ovejas de su suegro Jetro. Moisés había aprendido que la vida es demasiado impredecible: él, que había vivido en el palacio de faraón, ahora caminaba por el desierto. Pero ese día en particular la vida de Moisés cambiaría para siempre: Dios saldría a su encuentro. Y es que cuando Dios se presenta en nuestras vidas, se marca un antes y un después.
Moisés estaba guiando a las ovejas cuando algo llamó su atención. Había una zarza que tenía una llama de fuego en el medio, y a pesar de ese fuego la zarza no se consumía. Me parece interesante que cuando la curiosidad de Moisés lo llevo a ver por qué la zarza no se consumía, fue cuando Dios le habló. Así cómo le ocurrió a Moisés, debemos prestar atención a las cosas sobrenaturales. Pero hay otra enseñanza importante en el relato: el único propósito de Dios al hacer cosas sobrenaturales es revelarse al hombre. Si una experiencia sobrenatural no trae a nuestras vidas un conocimiento más profundo acerca de Dios, debemos ser prudentes y cuidadosos con dicha experiencia. Quizás puede ser simplemente un acto emocional.
"No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es... Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios" Éxodo 3:5-6
Gracias a Jesucristo sabemos que Dios no es un viejo gruñón que espera que fallemos para castigarnos, es más bien un padre amoroso que está dispuesto a perdonarnos siempre que nos arrepentimos. Sin embargo, muchas veces tomamos a Dios demasiado a la ligera: en el antiguo testamento y aún en el nuevo testamento cuando hay un encuentro sobrenatural con Dios, la emoción que predomina es el temor (tomemos por ejemplo la transfiguración, la conversión de Saulo o todo el libro de Apocalipsis) ¡Cómo no asustarnos ante un Dios todopoderoso por cuya palabra fueron hechos los cielos y la tierra! Nunca olvidemos pues, que Dios es Santo. Cuando busquemos su presencia, su dirección y su voluntad, hagámoslo con humildad de corazón, reconociendo que nada somos sin él, que sus fuerzas son mayores que las nuestras, que por su gracia vivimos. Que todo lo que somos y todo lo que tenemos ha sido por su misericordia.
Por último quisiera reflexionar un poco acerca del "nombre" con el que Dios se revela: YO SOY EL QUE SOY. Esa expresión dicha por uno de nosotros puede sonar pedante, sin embargo, así se dio a conocer Dios a Moisés. ¿Qué significa este nombre? Primero observo que está en tiempo presente, Dios nunca cambia, ¡es el mismo ayer, hoy y por siempre! Me viene a la mente la gente que dice que Dios en el antiguo testamento era pura justicia y en el nuevo testamento es puro amor, como si antes hubiese sido un Dios "duro" y luego se "ablandó". La verdad es que no es así. Dios siempre ha sido amor, siempre ha sido justicia, siempre ha sido santo. Él no cambia ya que es infinitamente perfecto.
YO SOY EL QUE SOY. Este nombre encierra un aire de misterio, Dios con ese nombre no nos dice si es bueno, si es malo, si es amor, si es ira. Ese nombre parece desafiarnos. Como si Dios nos dijera ¿quieres saber quien soy? Pues YO SOY EL QUE SOY. Conóceme, búscame, relaciónate conmigo y sabrás quien soy.
Lo más maravilloso es que ese mismo Dios que se reveló a Moisés anhela relacionarse contigo y conmigo.